- Área: 1050 m²
- Año: 2016
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Fotografías:Pablo García Figueroa
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Proveedores: Chukum
Una Ceiba, sus Chacás y sus Chechenes.
El proyecto “Una Vida” se encuentra ubicado en Tulum, Quintana Roo, a 10 minutos de las playa caribeñas y en la zona sur de la ciudad sumergido en la densa selva baja de la región tropical. El lote en el cual se encuentra emplazado, cuenta con un área de 3,305m_ en forma triangular irregular, por lo cual la disposición de los edificios y las áreas comunes se vio condicionada.
Previo a la distribución del proyecto se realizó un levantamiento de los árboles existentes, teniendo como objetivo principal conservar la mayor cantidad de los mismos para reducir el impacto en el terreno, así como brindar un ambiente más integrado a la naturaleza. Es así como este estudio nos permitió hacer un análisis de la separación y asentamiento de los volúmenes.
Este proyecto surgió a partir de la idea de crear villas que brinden flexibilidad para cada una de las diferentes opciones de reservas, así como la opción de que en un futuro puedan funcionar como residencias. Una de estas condiciones fue la que nos llevó a tomar la decisión de desfragmentar el proyecto en módulos y brindar un recorrido orgánico que conecte todo el proyecto y donde se vayan descubriendo los distintos volúmenes entre la selva.
En el extremo más fino del terreno se ubican las áreas de mantenimiento, así como un temazcal. Luego, comienza el juego de volúmenes de los bloques llamados Chacá y Chechén, en cuya zona inferior, el área común se conecta con el volumen de acceso al conjunto. En el otro extremo del terreno remata la Villa Ceiba, quedando este espacio para un uso más privado y con mayor amplitud. Los volúmenes se ordenan de manera paralela entre sí y se aíslan para permitir el flujo de aire, aprovechando así la ventilación para refrescar los ambientes. Además, de esta forma se evita un solo bloque pesado, comprometido y desvinculado del contexto. Por otra parte, la vegetación abundante y los árboles, generan la sombra necesaria para amortiguar el calor caribeño.
Una de las primeras visiones del proyecto fue crear una especie de aldea en medio de la jungla, con una vibra rústica y utilizando materiales de la región como la piedra y la palapa que mantengan un estilo natural en el exterior, pero que a su vez en el interior den la calidez y pureza necesaria para el confort del huésped.
Conceptualmente se buscó unir de forma abstracta en el diseño tres elementos relacionados con los ciclos naturales y el contexto: raíces, tierra y árboles. Las raíces se extienden en la selva como el recorrido del usuario; la tierra que da vida al magnífico entorno y que se conserva manteniendo su esencia, dejando los elementos naturales donde están e integrándolos al diseño; y por último, los árboles, representados por los volúmenes del proyecto. Es por ello que los bloques (compuestos por diferentes módulos) reciben el nombre de los arboles característicos de la zona: Chacá, Chechén y Ceiba.
El Chechén es un árbol venenoso que con su resina puede quemar la piel de quien lo toca, mientras que el Chacá, es su antídoto. La Ceiba es una especie árbol sagrado de la selva maya y es considerado como un símbolo de sabiduría; este árbol representa el ciclo de la vida-muerte-vida. Así, cada elemento de este proyecto representa vida, sus ciclos y conexiones que se ve reflejado en la experiencia del usuario en contacto con la atmósfera de Tulum.
Los bloques Chacá son los conjuntos más pequeños, formados por un módulo de recámara y un módulo de cocina-sala-comedor. Los bloques Chechén constan de tres módulos: dos módulos de una recámara y un módulo de cocina-sala-comedor. Ambos repiten su distribución en planta baja y planta alta para amortiguar la huella en el terreno.
Los módulos permiten tener flexibilidad de forma que se puedan agregar recámaras según la necesidad del huésped, evitando así limitar el mercado a un segmento en particular (parejas, familias, etc).
Por otra parte, la Villa Ceiba es el bloque más grande y único: tiene tres recámaras, área social (sala-cocina) y un jardín con alberca privada. Todos los departamentos ubicados en planta baja tienen regadera y tina exterior, lo que suma una experiencia distinta, en relación con lo natural y el despojo.
Todos los módulos de recámara se orientan al lado norte del terreno, lo cual brinda frescura a las habitaciones. Mientras, en el sur encontramos las áreas publicas y de servicios, en relación al sendero que atraviesa el conjunto ubicado también en este lado del terreno. Con ello logramos dar privacidad a las recámaras y dirigir la vista a la jungla, lo que nos permite recibir los vientos predominantes.
Se creó una especie de galería cerrada en la planta baja de los Chacá y los Chechén con louvers de madera para ingresar a los módulos, que además actúan como una piel para dar privacidad y generar una espacialidad intermedia entre exterior e interior. Estos louvers cubren la planta baja, y se desmaterializan en planta alta hasta convertirse en barandales.
La morfología de los volúmenes está compuesta por planos verticales de piedra, que sostienen una losa para generar sensación de ligereza a los bloques sociales de los bloques Chacá y Chechén. Las losas vuelan por fuera de estas verticales, diferenciándose en su materialidad chukum para dar un carácter liviano a estos bloques que se abren hacia la selva. En el caso de la Ceiba, esta abre sus visuales hacia su jardín privado que tiene una orientación hacia el este, recibiendo la mejor orientación, y cerrándose hacia el área publica del complejo para brindar privacidad. En este caso, los planos de piedra sostienen dos grandes volúmenes de chukum, dando simetría y liviandad al conjunto, que se entiende como la suma de las partes en equilibrio.
En todo el proyecto cada material tiene su rol: la piedra local da un toque rústico y salvaje; el cemento pulido con chukum da una sensación limpia y austera; y la madera ayuda a fundir el conjunto en la selva. Sin duda alguna, la vegetación es pieza fundamental en este proyecto, ya que le da el carácter, la privacidad y la vida a la imagen del lugar.
Los materiales cierran el equilibro del complejo, expresando una sensación natural y una remembranza a los materialeslocales de la región.